miércoles, 15 de abril de 2015

En la boca del lobo. Poema y poeta







Hace unos días, el poeta Félix Anesio compartió con sus amigos aquel texto de Witold Gombrowicz: “Contra los poetas”. Hacía tiempo que no lo leía. Lo hice por primera vez hace más de veinte años. Entonces alguien me lo pasó con la intención de que revisara mi ya severa inclinación a la poesía. Sigue vivo este texto. Tal vez porque está lleno de contradictorios y perseverantes agujeros, de inquietantes apuntes… Pensé contestarlo en prosa, pero luego lo reconsideré: ¿A estas alturas vale la pena? Además, puede que la mejor forma de responder algo así, sea con un poema. Mientras más corto, mejor. Si apartamos lo anecdótico, estoy en desacuerdo con este hombre en casi todo lo que dice. Su noción de realidad es estrecha, radicalmente deficitaria. Sus carencias en Estética son notables. Su positivismo con raíces baconianas suena hoy muy trasnochado. Pero lo que más me llama la atención es lo mal que distingue entre poeta y poema, entre poesía necesaria y barata, entre poetas útiles y prescindibles. Cómo lo ensarta todo este hombre a la misma cuerda… Qué grueso el trazo para venir de alguien que, según él mismo dijo, temblaba con Shakespeare, Pascal y las puestas de sol. En fin, escribí esto:
 


Poema y poeta


                       “…a casi nadie le gustan los versos…”
                                              Witold Gombrowicz


                                            “Toda cosa tiene dos asas:
una por la que es llevadera y otra por la que no lo es.”
                                                                 Epicteto


Otra vez
el poema desplegó sus asas.
(La una informe. La otra no.)
Buscaba un agente desequilibrante
que lo introdujera, vivo,
en la boca del lobo
para de nuevo retar al tiempo,
ponerse a prueba,
actualizarse.

Durante años esperó.

Muchos tiraban del asa formada
(perfectamente reconocible)
y nutrían a la bestia,
pues la sustancia poética, manida
vertía en su gaznate, tibia
capitulaba en su buche.

Sin embargo, cuando el preciso operario

tiró valientemente de la informe,
(qué loco, con lo que impone la brutalidad)
el poema se hizo liana en la garganta del cánido,
palo atravesado en sus fauces.

A casi nadie le gustan los versos. Quizás.
Pero todos entraban y salían del oscuro foso
con sus pequeñas linternas.
En él jugaban protegidos
por el puntal maestro,
similar en sustancia y forma
al báculo de los dioses.

El poeta apenas sabe lo que hizo.
¿Intuir el asa buena?
¿In-formarla a tiempo?
El poeta apenas es un contingente medio.
Sólo el poema resuelve
(provisionalmente)
en ese agujero atroz.

No el poeta, Witold,
el Poema.


2 comentarios:

  1. Llego la oveja negra en su visita semanal a tu espacio. Querido Jorge, muy buen poema, pero estoy completamente de acuerdo con el texto de Witold Gombrowicz, incluso siento un placer increible al leerlo y pone rostro a muchos "personajes" "poetas" que conozco y que él nombra con tanta gracia. Sé que exagera y usa la ironia por desespero poetico, lo que me hace aun compartir su discurso, tambien padezco de esa agonia de leer mucha porqueria gloriosa en nombre de "poeta/poesia", pero me callo por decencia. Abrazos.

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  2. Nada de oveja negra, querida amiga. Te celebro. Despliego mi alfombra para ti. A mí ese texto de Gombrowicz me divierte por su caudal anecdótico, que puedo compartir y comparto sin ambages. Pero claro, las anécdotas tienen las alas cortas, sobre todo, y, por contradictorio que parezca, si parten de mal suelo. Podemos reír, incluso escuchar atentos algunas advertencias, pero, en mi opinión, el texto naufraga en su caldo positivista. Es el tótum revolútum mal encarado el que le resta peso. Esa vocación experimental, con su estrecho concepto de realidad al fondo, lo lastra. Y luego vienen las consecuentes lagunas conceptuales: mito, verdad, forma, estilo, madurez… Gracias por hacerte presente una vez más. Te abrazo

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