¿Quién no sabe que la unidad que somos (unidad-parte de lo Uno-todo, unidad-veleta) es el resultado de un esfuerzo tras otro por conseguir en cada momento una dominante clara: una voz audible en el guirigay de los seres que nos constituyen? ¿Quién desconoce que su alma, amén la salud o la enfermedad que goce o aparente, es una asamblea multicolor de muy complejos y sutiles equilibrios? Todos conocemos y, desde luego, experimentamos a diario, el lío de voluntades diversas que opera detrás de nuestro nombre. ¿A que sí? Sin embargo, no está de más que nos preguntemos de vez en cuando por ello. Eso hice cuando escribí / diseñé Los colores de Psique. Ahora, con el libro en la mano, y ante la posibilidad real de compartir estas inquietudes (pude decir zozobras), me pregunto: «¿quién me gobierna en este justo momento?». Ojalá no sea, por ejemplo, el arrogante. Ojalá sea… qué se yo… ¿el niño?, ¿el inocente?...
A lo largo de catorce años volví sobre esto varias veces. Los colores de Psique es, per se, mi trabajo menos acabado, pero en algún momento tenía que darlo por, tenía que fijar su forma en un pliegue temporal concreto. Aquí reúno a treinta seres (o personajes, tampoco lo sé muy bien, la verdad) asociados a otros tantos colores, que me determinan o indeterminan y dan la cara por mí, espero que honestamente. ¿Habré conseguido la honestidad deseada?... Bueno, a estas alturas, cuando el libro ya hizo su trabajo sobre mí, lo único que importa es si puede o no ayudar a otros a registrarse mejor; si puede o no impactar como bala o caricia ético-estética de útiles resonancias en almas otras. Bala o caricia, da igual, el caso es que…
El libro, de momento, no está a la venta. Pero esta vez puedo darlo en formato digital a quienes se interesen por él. Si alguien me lo pide al correo: jtniebla@jtniebla.es, con mucho gusto se lo enviaré.