Queridos amigos, como cada año llegada esta fecha, debo aparcar mi cuaderno
digital y encerrarme para la poesía. A partir de ahora y hasta el próximo enero,
emplearé todo el tiempo que pueda arrebatarle al trabajo “alimentario” para
escribir y corregir poemas. Espero poder con un libro que me pide paso. Deséenme
suerte. Durante todo el “curso” estuve activo en este medio. Publiqué unos
cuarenta textos de diferente tipo y extensión. Me divertí, contacté (y quién
sabe si conseguí) nuevos lectores, hice nuevos amigos, obtuve pruebas de una
complicidad en progresión, sobre todo en las redes sociales, pero también a
través de los correos electrónicos, las llamadas telefónicas y los mensajes
privados con que muchos se hacen presente. Gracias, muchas gracias. Cada vez me
siento más cómodo sosteniendo este espacio donde suelo citarme con ustedes (“la
inmensa minoría”) para contestar el imperio de la “realidad”. Me obliga pero me
place. Además me mantiene a la temperatura óptima para escribir. Y, quizás lo
más importante, me hace creer que todavía hay tiempo y espacio para hablar de
las cosas que aquí nos importan (permítanme ahora utilizar el plural, realmente
escribo para hablar con ustedes). Este año lo hicimos con más o menos profundidad
sobre muchos temas: música, teatro, narrativa, poesía, escultura, pintura,
arquitectura, historia y pensamiento; publiqué artículos, ensayos, reseñas,
notas, poemas y hasta un cuento; les hablé sobre artistas de muy diverso tipo: Georgina Sánchez, Tadao
Ando, José Luis Alonso,
Delfín Prats, Paco de Lucía, Rolando
Paciel, May Criado, Javier Bustelo, Ángel Vallecillo,
Abilio Estévez, Gabriel García Márquez, José Kozer, Gastón Baquero, Pentti
Saarikoski, Antonio Piedra,
Joaquín Badajoz,
Francisco dos Santos y Margarita García Alonso.
Espero haber ayudado, aunque sea un ápice, a la difusión de sus importantes
obras. Con esa intención trabajo. Intento coser y recoser memoria, propiciar
necesarias conexiones entre las terminales de sus incubadoras. Lo hago con la
certeza de que el mundo no cierra todavía. Muchas gracias, insisto, por darme
las pruebas pertinentes en tal sentido. Los espero en enero. Hasta entonces me
despido con un abrazo y un poema de mi libro inédito “En las hoces del deseo”.
Los pliegues del deseo
Primero todo apremio.
Deseo animal del pudridero
donde validar el eco de un
gemido
y el linaje alentador de una
presencia.
Valen ahí la salazón del
miedo,
el pedigrí de la antesala del
verbo
para lograr de la tribu salvoconducto
y vía
hacia las heces del tiempo.
Después conocimiento.
Deseo de apurar en los
sentidos
el esférico vibrar de la
materia
que se esponja y retrae en el
vaivén de los siglos.
Acotado de un predio donde
las ganas tienen
su contrario y su réplica;
polos necesarios
para engendrar posibles:
clan,
límite, identidad,
conciencia...
Más tarde el sexo
en su naciente balbuceo de
incógnitas.
Deseo de atravesar lo otro en
remolino.
Alteridad torpemente
ultrajada
con febriles quillas de
inocencia y culpa.
En todo caso frustración
primera
tras la quiebra del horizonte
gayo
que incauto equivocó la
estiba.
Luego la libertad.
Esa joven medio enfundada en
su túnica
a la que todos miran el busto
matutino
para soñar finalmente su
entrepierna. Sí,
puede ser un cuadro, un mito,
un sueño,
una lágrima detenida en el
umbral del beso
que cada noche recibes de tu
madre. Libertad:
deseo de volar, ala, vértigo…
Después de nuevo el sexo.
(Entonces ya cuestión de vida
o muerte)
Punzante obsesión de vulnerar
lo otro,
de gotear sobre ello y
renacer al tiempo
desdoblado, devuelto al
animal que siempre
te salva de lo eterno... Como
el oso,
que guarda al salmón de la
caída libre
hacía su río incierto.
Le sigue el éxito:
Deseo de trepar a las
esfinges
para izar en ellas tu
bandera.
Urgencia de sonar, de
resultar visible
sobre el montículo romo en
que yace la inocencia,
isla de escarcha que al filo
de la noche
se sabe ya cadáver de un
fiero mediodía. El éxito, ah,
gentil negociado de fiascos y
abortivos.
Y finalmente este plácido
remanso...
¿Adónde vamos, Deseo,
como zombis?
Te extrañaremos y suerte amigo.
ResponderEliminarLisette
Gracias, guapa. Besos. Jorge
ResponderEliminarSuerte en tu ritual encarcelamiento de la libertad, a fin de año. Suerte siempre.
ResponderEliminarGracias, amigo. Abrazos. Jorge
ResponderEliminarTrabaja, escribe mucho, Jorge. Besos
ResponderEliminarLo intentaré, amiga, lo intentaré. Besos también para ti
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