Como habrán notado quienes me
leen aquí, apenas publico poemas inéditos. La poesía me importa mucho, y no la
saco del Cajón de Horacio fácilmente. Hoy, sin embargo, me apetece abrirlo para
que asome el poemario que acaba de recibir el segundo premio en el Fray Luis de
León 2015. Aunque fue presentado a concurso con otro nombre por razones que no
importan demasiado ahora, el libro se titula La deriva del ansioso. Lo escribí
hace más o menos diez años, cuando llevaba doce o trece viviendo en España. De
él selecciono un poema con la intención de dedicarlo especialmente a todos los
hombres y mujeres que han tenido la suerte de verse obligados a un amplio
movimiento vital marcado por la emigración. Claro, entre todos estos
afortunados, recíbanlo con el precio más a la vista (cómo evitarlo) mis
compatriotas.
Creo que la emigración, casi
siempre con un origen doloroso y complejo, lejos de ser una buena excusa para
el victimismo facilón, es una enorme oportunidad para el crecimiento humano. Por
muy amargo que sea el prólogo, y muy fatigante el nudo, el desenlace será
siempre una dádiva si atendemos al mandato de los dioses y no a los caprichos de
las culebras. Cuando el emigrante posa con el corazón abierto, (perdonen la
cursilada) cualquier destino es grandioso. Aunque la mayoría de los poetas, tan
(de) pendientes muchas veces de un pathos
demasiado para poder escribir, aprovechen la emigración (propia o ajena) para
enfermizos enjuagues con lágrimas de cocodrilo, (Mea culpa) (“El poeta es un
fingidor”, Pessoa) la realidad es que la emigración debiera ser vista por todos
como la “regalada” oportunidad de experimentar varias vidas en una. Una
bendición, seguro, siempre que, insisto, el bendito sujeto no sea un llorón
mórbido, proclive a la autoflagelación sostenida; o al comercio con la más barata mercancía
pasional.
Le debo un texto más ambicioso sobre
la emigración a una buena amiga. A ver cuándo reúno el ánimo bastante para el
pago. De momento, aquí les dejo Esquejes de tiempo, de La deriva del ansioso; poema y libro que ya tienen "sus años": una muestra de mi “medioevo migratorio y poético”. Con mi abrazo...
Esquejes de tiempo
(Asoman los pájaros en las mirillas,
mientras las tijeras, magas,
pretenden cortar los rabos de nube,
y los papalotes, gráciles danzantes
que miman al cielo,
preñan las estrellas.
Blancos favoritos de los aguaceros,
niños mataperros, ―tuertos/ mancos/
monórquidos/ cojos―
saben retener, en los soportales y a
las tumbadoras,
su angelote ebrio.
Reinan las niñas en los entreactos.
Seductoras Lilits. Magníficas Evas… Ni
costillas ni rameras.
Cuales mulatas y temerarias cariátides,
a su tiempo empinan
descargados cuellos.
Los gigantes velan el ajado fuerte.
Espaldas murales/ estancias de paja/
corvas escaleras/ azoteas francas…
Espantando al miedo, dulce cataplasma
de oportuna imagen
en los belvederes.
Los gañanes blanden su lagarto muerto.
Cebo. Alerta: inminente hoguera para
la tarántula.
Donde olvidadizo, Dios posterga su
carnal impronta, ágil planta el diablo
crisantemos negros.
Tras la salmodia, mujer, la
catequista
vanamente erotiza el desairado
templo. En sus escuelitas,
el hombre nuevo recibe/ fija/ repite
alegatos, consignas que balan
laringes ovinas.
Las sayas plisadas enarcan sus
pliegues.
Las tetillas lucen estrábicas puntas.
Las Evas, las Lilits
con sus piernas arman el ónfalo
púber, que apagan o encienden
cuándo, cómo quieren.
Los besos, calientes como
bombardeos,
unos se deshacen en bocas de hielo,
otros amanecen.
Algunos no son
obstinadamente… Mujeres-tabú de amigos queridos
a la postre infieles.
Los soldados cantan, tocan la
guitarra.
Esa con que apuntan a los
reos desnudos, mientras en las piras
los libros crepitan...
Disparan… Las culpables notas apenas encubren
aceradas mallas.
Las tribunas pulen ametralladoras.
Los sofismas trepan a los campaniles:
cubil de monsergas.
Los poemas varan en esperma inerte.
Quedamente hibernan. Se pesan y miden
desde los cuarteles…
…El océano, que perpetra la
distancia,
en su mar anejo ―resonante/ turbio―
apiña a los dioses, los excita.
Allí deciden quién morderá, quién
besará al que aventura zambullida en
la sagrada alberca.
Tramposamente pesados los
baúles,
con asas desganadas y hoscas
cremalleras, apenas se mueven.
Sólo si la madre toca a rebato, y los
vástagos responden como soldaditos,
su cargazón cede.
La tierra vieja, con su reseca
lengua,
lame en el mar al bestiario linajudo
que, con números y nombres reivindica
sus privilegios. Pero cuidado, no
digiere el cetáceo al muñequito si en
la madera tiembla.
La historia abre sus locuaces campos.
En ellos caben casa, nacimiento,
muerte… caben nostalgia y melopea.
Los años trazan su rechoncha curva,
con rompiente de memoria, que a veces,
la poesía quiebra.)
Mestizos esquejes de mi tiempo vario,
¿para qué substrato disponen las ganas? Vengan, los aguardo
entero.
Imanto mis ripios minuciosamente, tan vivo y tan muerto
como me requieren.
Gracias poeta.
ResponderEliminarGracias a ti, artista, por pasar, leer y comentar. Mi abrazo
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esa visión del emigrante, también el poema y me ha causado nostalgia recordar los buenos ratos pasados en ese jardín. Habrá otros
ResponderEliminarHabrá otros (jardines y ratos) amiga. Gracias. Abrazos.
ResponderEliminarFelicidades por este premio merecido, por este poema viejo (vintage, diría Margó), por la agudeza en el decir. Y ahora, me llevo este escrito a correr mundo, como otro inmigrante más, de la forma más cursi, con el corazón abierto. abrazo, Jorge.
ResponderEliminarGracias, amiga, gracias. Mi abrazo.
ResponderEliminarSonia, qué comentario tan bonito. Lo leí de nuevo. De nuevo, muchas gracias, poeta. Besos
ResponderEliminarNo me habia enterado del Premio, Jorge, muy merecido, felicidades! aprecio tu poesia y su alto vuelo, lo sabes! aunque no te lo diga seguido porque ando por alla abajo, en un submundo donde - prometi no formarla en tu espacio- pero estoy completamente en desacuerdo con este parrafo: " Cuando el emigrante posa con el corazón abierto, (perdonen la cursilada) cualquier destino es grandioso. Aunque la mayoría de los poetas, tan (de) pendientes muchas veces de un pathos demasiado para poder escribir, aprovechen la emigración (propia o ajena) para enfermizos enjuagues con lágrimas de cocodrilo, (Mea culpa) (“El poeta es un fingidor”, Pessoa) la realidad es que la emigración debiera ser vista por todos como la “regalada” oportunidad de experimentar varias vidas en una. Una bendición, seguro, siempre que, insisto, el bendito sujeto no sea un llorón mórbido, proclive a la autoflagelación sostenida; o al comercio con la más barata mercancía pasional." Eso no,no, no y re no! besotes.
ResponderEliminarAy, amiga, qué bueno eso de "no formarla en tu espacio". Me has hecho reír mucho. Esta es tu casa, Marga. Aquí puedes "formarla" cunado quieras. Ojalá "la formes" más a menudo. En cualquier caso, esta vez no digo más. Puedo comprender y comprendo que no todos (menos mal) estén de acuerdo conmigo en esto. Te abrazo fuerte.
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