domingo, 21 de julio de 2013

Anécdota y plegaria




De niños usábamos dos técnicas para sacar a las tarántulas de sus túneles: lo hacíamos vertiendo en ellos queroseno, o introduciendo una lagartija aturdida y bien sujeta a una cuerda. Entonces no calculábamos la componente ética de ambos recursos, pero lo cierto es que el queroseno, a la sazón racionado como todo lo demás, teníamos que sustraerlo al depósito de los reverberos y las cocinas, con el consecuente daño a nuestro sustento; mientras que las lagartijas estaban por doquier a un costo que podíamos asumir sin problemas, dada la salvaje ignorancia que entonces nos colmaba.

Ante el queroseno, la tarántula salía muy cabreada, condenada a una muerte indigna, sin apenas poder luchar por su vida. Pero ante la lagartija… Ah, la tarántula invariablemente la mordía, se prendía a ella con una fuerza que no sé describir; mucha para un animal tan pequeño. La tarántula tenía grandes posibilidades de morir en cualquier caso, pero con las mandíbulas bien apretadas sobre el apetecible cuerpo, la situación tomaba un cariz especial. Primero, había que tirar con una presión endemoniada de la cuerda, que algunas veces partía para suerte del arácnido, porque cuando usábamos reptil de carnada no teníamos queroseno a mano. Segundo, jamás la tarántula entregaba a su víctima. Nunca huía si había hecho presa en su desafortunado "visitante". Nunca.

La imagen de la tarántula en su angosto túnel, siempre asechada por la muerte, a merced sin embargo de las armas que los dioses pusieran en manos de sus verdugos para enfrentarse a un final u otro, se me encima como castigo en situaciones complejas. En ellas, yo, tarántula condenada, sólo espero lagartija. Abandonar el túnel ante una inundación de queroseno sería terrible, pero ante un manjar, luchando por la vida…

Apolo, magnífico efebo, mándanos tu lagarto para morder en él hasta el delirio. Ponlo ante nosotros una vez más y déjanos optar a un lóbulo de tu perenne ataraxia. El queroseno está llegando a la playa. Pronto inundará cada túnel vivo, buscando devolver a la Madre Oscuridad el collar de fotones que llevaba cuando desposó a Crono, ese que robaron ustedes, equivocada la esencia del verdadero ónfalos. Apolo, baja tu lagarto del olímpico árbol, mándalo atado a una cuerda cósmica y tira de nosotros. No lo soltaremos, ascenderemos prendidos, mordiendo como nunca.

Aquí no se trata de morir o no, de extinguirse o no. Se trata de morder o ahogarse; de abandonar el túnel amando u odiando; de morir asfixiados, descompuestos en el pegote fósil, o de hacerlo mordiendo, volando, creyendo… rehechos aérea y vertiginosa roca, para, enfrentados a la inevitable molienda, refrendar la imagen del polvo enamorado. 



 

4 comentarios:

  1. Fíjate ,querido amigo, nosotros sacábamos las tarántulas con una pajíta fina moviéndola cuál lagartija , ratoncito u otro insecto. Al final salía y la explosión de júbilo y de temor estallaban como un trueno en la meseta árida de un tórrido verano.
    Támbien apelo a lo que tú.Quiero salir de éste asfixiante túnel. Deseo una bocanada de aire puro , de vida entregándome entera a la muerte certera .
    Besos querido amigo.
    Mercedes

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  2. Ya ves, amiga, en todos los sitios se perseguían y cazaban las tarántulas. Y ahora ¿ya no hay tarántulas, o no hay niños interesados en ellas? Éramos muy salvajes, lo reconozco, pero de la inclihnación infantil al crimen también se puede aprender mucho. Yo, en aquellas cacerías, fui niño, y lagartija, y tarántula... Todo parte del mismo juego. No lo repetiría, claro, pero renegar, lo que se dice renegar, sólo lo hago del queroseno... Sí, morir mordiendo, luchando, amando... Besos.

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  3. ... Inmejorables tus reflexiones...mejores?... IMPOSIBLE de encontrar y sobre todo admirables...como admirable siempre fué y han sido mis sentimientos hacia ustedes!...Un Fuerte abrazo...Siempre te leo aunque no tenga el tiempo suficiente para comentarte...Cariños , Sandra

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  4. Cómo me alegran tus palabras, Sandra, pero sobre todo, cómo me alegra saber que andas por ahí... Espero que estés bien. Es un placer que te sirvan mis notas. Un fuerte abrazo. Te queremos.

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