Javier, para muchos las cosas debieron ser así de simples, así de tristes: Un grupo de homínidos huye de la malaria y de los grandes felinos...
(Tenían una larga historia tras de sí.
Habían bajado de los árboles atraídos por los termiteros y los frutos secos de
la pradera del Congo. Habían perdido la cola prensil. Habían levantado los
hombros y erguido la
cabeza. Habían caminado muy al sur siguiendo el curso de los
ríos hasta que éstos se convirtieron en sabanas azules que tendían al infinito…
Allí, donde acababa el mundo, vivían cándidas criaturas marinas que apenas
sabían defenderse bajo púdicas conchas, y nadaban indiferentes ante las lanzas.
Allí los homínidos descansaron el tiempo suficiente para ingerir grandes
cantidades de ácidos grasos que hicieron crecer su cerebro, tanto, que tendía
irremediable al homo sapiens. Allí tuvieron tiempo para dormir a sus anchas y
cultivar la
inteligencia. Cuando se aburrieron, considerándose ya
invencibles, se lanzaron a la reconquista del mundo conocido. Dotados de pulgar
oponible y enorme cerebro, quisieron ver la realidad en colores aun a riesgo de
mermar sus agudos sentidos del olfato y del oído. Pero no contaron con las
fieras ni con la malaria, y su mundo se había tornado peligroso)
Huyen,
pero ahora lo hacen al Norte. Van juntos hacia la historia cuando llegan a una
encrucijada. Deben decidir el camino a seguir. Entonces unos dicen: ––atravesemos el Estrecho de Gibraltar y el Canal de Suez para colonizar
el norte de Europa; colonicemos las Islas Británicas, lleguemos hasta los
Estados Unidos de América... Otros dicen: ––colonicemos las
márgenes del Nilo, el Jordán, el Tigris, el Éufrates; colonicemos el Mar
Mediterráneo…
Pero no todos estuvieron de acuerdo con aquellas dos opciones. Entre los
disidentes, un grupo quería regresar al Congo, otro quería cruzar el Canal de
Suez, pero no para ir al norte, sino para llegar a Manchuria, explorar Oceanía
y recalar en la selva amazónica. Hubo grandes consejos e intensos debates. Los
partidarios del norte franco reprochaban seriamente a los demás, sobre todo, a
los que optaban por el sur y por el este. Les advirtieron: ––estarán condenados a ser negros,
cobrizos o amarillos. Serán excluidos del progreso y de la democracia. No
tendrán acceso al Paraíso. Aténganse a las consecuencias... Hoy, un millón de años
después, los que optaron por el norte franco tienen derecho a inquirir a los
demás: ––de qué se quejan, advertidos estaban...
Javier, para ti las cosas no fueron, ni son, así de simples, de tristes. No te resignas al fatalismo geográfico y racial que empobrece a los dueños del dinero y ciega a los dueños de los grandes telescopios. Tú no te buscas (nos buscas) en los confines del universo. Tú viajas hacia nosotros deshaciendo caminos tan consabidos y sencillos como temidos. Caminos que conducen a los veneros de nuestra especie, a la supuesta encrucijada en que nos separamos sin odios ni graves advertencias. No persigues el genoma humano sino el germen de la humanidad. No puedes oler ni oír como nuestros antepasados arborícolas, pero ves en un espectro maravilloso de colores y has metido en tu paleta los del amor, la comprensión y el respeto. Yo no quiero hablar ahora de pintura. Estoy ante tu obra conmovido y agradecido. Me siento más humano. Escribo para festejarlo.
Texto escrito para el catálogo de la exposición:
"Retratos de la diversidad". Galería Teresa Cuadrado.
Valladolid. Junio, 2003
"Retratos de la diversidad". Galería Teresa Cuadrado.
Valladolid. Junio, 2003
Me emocioné cuando lo leí por primera vez y me emociono cuando lo leo ahora. Gracias, Jorge. Así da gusto.
ResponderEliminarGracias a ti, artista. Me alegra mucho que esta nota compense en alguna medida lo que tu trabajo ofrece. Tengo en mi casa un pedazo luminoso de esa parte de tu obra. Y qué bien me hace... Abrazos. Jorge
ResponderEliminarLeerlo es otra paleta de colores, un viaje de regreso buscando lo diverso que lo provoca.Entrar vividamente, en el tronco descendido del primo lejano, allá en la selva.Aceptar, de una manera poetica, el desgajo del genoma y pensarnos en rebeldes instancias convocadas a dos manos, por el pintor y el poeta.
ResponderEliminarGracias
Gracias de nuevo, Lisett. Muchas gracias. Abrazos
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