La geometría deja al espíritu como
lo encuentra. Voltaire
Hasta aquí llega el discurso de los
bachilleres.
No los leo, pero sus holografías abundan
en los canales
que a veces participo para encargar
caramelos. Ah,
qué pecado esa caída a lo dulse ––sí, con ese, ––
que despista, descentra su pineal silícea.
¿Quién ha
visto, se preguntan,
condimentar
así el agua para tan raros bueyes,
darles a
comer amarilla polenta?
Los han enseñado a manejar una
balanza
con un platillo vacío, digo más: hueco,
y otro cargado de una muda
monserga.
Es la balanza que nivelan los
maestros
poniendo a un lado Nada y al otro
Todo,
pero que ellos, flamantes diplomados,
alerdan;
y como no pueden detener su perenne
oscilación,
con la cinta de su orla paralizan, amordazan.
Esto, los de letras, pero los hay
de ciencias:
¿Cómo plantear
una ecuación que baraja
hexámetros
de Virgilio y conversos vallejismos?
¿Cómo arrimar
a un solo comedero al perro de Píndaro,
al de
Goethe y al Ángel de la Jiribilla?
… Bachilleres cartesianos y falsos Guillenes,
la
geometría deja al espíritu como lo encuentra.
Mis bueyes beben un agua marina
sudada por la tierra donde nació
Empédocles,
hervida en el reverbero de Horacio,
bendecida en el cáliz de Agustín,
prueba de amor de Dante para
Beatriz,
quien la dio a guardar a Dulcinea,
cuenta Gracián,
cuando ya la habían bebido los
leones de La Alhambra,
antes de que Góngora la volviera al
mar,
la resudaran otras tierras de ron y
mole,
la degustaran amanerados piratas
franceses
que la vertieron en la mejor tina
de san Cristóbal, para que,
filtrada por Casal, por Darío, la
gozara Lezama
brindando por Empédocles…
Es un agua redonda, no circular,
que les calma la sed
y les alivia las patas cuando pisan
adoquines.
La redondez no es dulce ni amarga,
no es mucha o poca, retórica o
sobria.
La redondez, sencillamente, es. Y
puede signar
la pupila de un pájaro que cante
enjaulado,
o la del ojo rodante de Demócrito;
los testículos del toro que
sumergió a Europa
en la cavitación de la historia,
o los que sobraron a Orígenes en
uno de sus quiebros.
… ¿Quieren haikus en Belenes,
imágenes taxidérmicas?
… No hemos llegado hasta aquí, mis
bueyes y yo,
para templar la mirada con colirios
esplendentes,
para someter el pus virulento en
que nos vamos
a la limitada píldora de las sumas
abstracciones.
Desde las colinas llegan, no en
trenes,
ni en bólidos, ni en cohetes o
aeroplanos,
ni tampoco vía satélite, las
preguntas de siempre
con sus respuestas de nunca.
Ni caligrafía, ni ortografía, ni diligencia
o economía
interesan al Gran Poema para
tragarse a sus hijos.
Se los traga cuando añaden
una pregunta manchada de tiempo
ardido,
formulada en tempo ignífugo, con el vilo suficiente
para próximos envíos… Que hablamos
de poesía.
… Entre sus bártulos cargo la
plomada, el nivel,
el quinqué, la brújula, la
escuadra, la maquinita láser
que purga papales falsos; otros
útiles, virtuales o no:
un diccionario, otro, de sinónimos,
otro, filosófico,
otro, el que más miro, de recursos
fantasiosos,
un cuaderno de apuntes
taquigráficos…;
pero no los uso ni abuso para
levantar poemas
como Cristos impecables en un
calvario alfombrado
hacia escuelitas seguras y
enlatados dividendos.
La flojera, si a pelo o en silla,
nada cambia;
si en barricadas o salones, nada suma;
si intimista o bravucona, parca o
regalada,
da lo mismo. No se arregla con
maromas,
teoremas, sesiones diarias de
calistenia silábica,
ni siquiera con lectura, relaciones…
El genoma en los caracteres no
sustancia la verdad.
Aquí, bachilleres, la sustancia es
poética,
la verdad es poética, lo demás,
ustedes.
Para suerte tuya, tienes un Guillén de verdad de tu lado.
ResponderEliminarBueno, amigo, el Guillén más cierto que tengo a mano eres tú... Gracias y abrazos. Jorge
ResponderEliminarEscuchado. Como siempre, muy bueno. Quique
ResponderEliminarGracias, amigo, por leer y comentar. Abrazos fuertes...
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