La historia de Europa empieza en China.
Montanelli
La civilización es hija de la barbarie y
nieta del salvajismo.
Ortega
Pancho, que como cada día dormitaba sentado en
la arena, protegiéndose del sol con su gran sombrero, recostado a la pared, a
un lado de la única puerta de su casita situada a orillas de la Sierra Madre, aquella
mañana vislumbró una serpiente venenosa, que, a unos veinte metros de distancia,
iniciaba una peligrosa maniobra de aproximación. Entonces dijo a su mujer que
faenaba dentro: ––Lupe, tráigame el antídoto. Ella, alarmada y nerviosa,
mientras buscaba el frasco, pregunto: ––¿Lo ha mordido una serpiente, Pancho? Y
entonces él, con su característica flema, explicó: ––No, pero la veo venir…
Cuento popular
Occidente, tan pancho él, hace unos días se enteró vía satélite de que
Mesopotamia está siendo de nuevo contestada por los chicos malos de la prole de
Nestorio; aquel díscolo patriarca de Constantinopla que fue desterrado a Libia,
cuyos discípulos emigraron a Siria después de su muerte, tradujeron la Biblia al idioma local, y
sentaron así las bases para que el arcángel Gabriel, tan atento siempre a los
impulsos mesiánicos, trasladara, también a Mahoma, su mensaje divino.
Si la historia de Europa empezó en China, según Montanelli, cuando los
hunos fueron rechazados allí, y, obligados a dirigirse al Oeste, pusieron su destructiva
mirada sobre la enferma Roma; si la civilización es hija de la barbarie y nieta
del salvajismo como nos dice Ortega, ¿podemos entender que estas enormes
fuerzas civilizadoras operan de nuevo, ahora desde el Medio Oriente, para
incoar la posthistoria de Europa, de Occidente? ¿Son las excavadoras, las marras
y los taladros de los nómadas musulmanes, empeñados en destruir las bases
de nuestra cultura (y en gran medida la suya propia) demoliendo lo más pétreo
de su rostro, las herramientas, que, junto a las armas, las expulsiones y
los asesinatos masivos, anuncian el gran cambio? Y de ser así, ¿bastará con que
los satélites lo registren mansamente? ¿Estamos condenados, tanto, que vemos a la
serpiente avanzar sobre nosotros y apenas añoramos el antídoto…? Sí, lo estamos.
El falso antídoto del pancho europeo es la tecnología; esa, que, según él, en
última instancia le permitirá abandonar el viejo barco para ver desde el Espacio cómo se hunde. Ah, la tecnología, ciega pizpireta, tan maquillada ella, y sin embargo, tan tragona, con el estómago tan dado a los minerales, los
combustibles fósiles.
Europa hace tiempo que no juega en las playas de Tiro, que no es
pretendida por ningún toro, que tiene su mirada puesta en el casquete polar de
Marte, y se entretiene soñando máquinas capaces de “aterrizar” allí. Quién sabe
si el propio Nimrod, que dio nombre a la ciudad recientemente saqueada y
demolida por esos salvajes, y que en realidad fue bisnieto de Noé, comparta la vocación
escapista de su bisabuelo, y, aunque ya sin mandato ni protección divinos, esté
ofreciendo a Europa un nuevo Arca para la evacuación final. Un Arca que se
eleve sobre el mar de petróleo… Ah, cuánto más se habría podido entretener a la
historia jugando con ella al escondite (la Tierra como casa).
A los asesinos que tienen asignada la misión de barrernos y regenerarnos,
por inconscientes que sean de ello, y a quienes le dan alas acelerando la
historia en los laboratorios, las bolsas, las lonjas, pensando en escapar a
última hora, o, peor aún, en nada; os advierto: puede que la partida esté fatalmente
marcada, pero habrá que jugarla hasta el final. La mujer de Pancho todavía
trabaja, imbéciles, hijos de la gran puta.
Sí, hijos de la gran puta.
ResponderEliminarPues sí...
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