lunes, 8 de marzo de 2021

ÓLIVER

 



Mis últimos libros de poesía (publicados o no) están compuestos por pocos poemas pero muy largos. Últimamente escribo “poemas narrativos” de unos mil versos más o menos. La presente selección, sin embargo, está formada por seis poemas breves (dieciséis versos cada uno) extraídos de un libro atípico en mi poética actual, un libro escrito recientemente alrededor del nacimiento de mi primer nieto, Óliver. Como dije a uno de mis maestros cuando le dediqué su ejemplar: si detectáis alguna pelusa, cargadla al poeta. Si detectáis alguna bobada, cargadla al abuelo. En ambos casos pagaré yo, que como dicen por aquí, puedo con eso y con menos. Ay... 

 

 

III

 

Pandemia.          Picardía del tiempo

que arrebata a la orquesta en el

teatro, que agita seda y domingo.

Extenuante domingo de los actores,

sedoso de los arcontes, dudado por

mirones y milagreros. ¿Duda?      La

vida esfuerza en el pámpano contra

el humo de los hornos. Una canción

(ora febril, ora febrífuga) aviva los

manantiales. El pícaro se distrae. Sus

orejas yerguen, endemonian, lo

delatan… Dios-manadero mana. Río.

Su lecho canta tu comparecencia. El

horizonte curva generoso. El tiempo

doblará las rodillas. Ad-

vén.

 

 

VI

 

Bendita preñez. ―Beatriz, incubas el

alma de Óliver. Óliver, incubas el

alma del mundo. Mundo, incubas el

alma del ser. Ser, incubas a Dios

hecho Óliver. Óliver, incubas una

imagen (¿la Imagen?). Imagen,

¿incubas mi miedo a la muerte?    No

te quiero, Muerte, tramando so-

fisterías para romper la serie… ¡Ve

al rincón de pensar! Vuelve cuando

sepas condoler a los abuelos que

cantan a sus nietos inmortales,

mientras la inmortalidad desplacenta

a costa de Beatriz, pobrecilla, que

incuba el alma de Óliver, y en ella

(bendita preñez) la Inocencia. 

 

 

X

 

Enfilo tu nacimiento. Revisito el zulo

que la memoria atesta de emociones

curvas. En vano pretendo ahormar

el nuderío. Anudo las puntas más

vivas de las más tiernas. Hago es-

pacio para ti: hijo de mi hijo, de mi

tiempo; del tiempo todosustentador

y la luz ¿todoparidora?    que todavía

copulan, enderezan hacia ti para a-

fianzarse en ellos ante la muerte

¿todosegadora?       Un súbito ardor

conecta mi lapsus con tu primer es-

tornudo. Ah, ¿podré invocar a Jesús

ante tu cuna, allí, en Queens, donde

me esperas?    Dios calla. No elucida.

Cuece azar ante los ojos del lince.

 

 

XIII

 

Mamá te mece y canta. Tu rostro lu-

cero luce en su sabio paréntesis le-

go: percibe colores sonoros, emite

sonidos cromáticos. (Esa confusión:

quid de la inocencia, cella de la es-

pecie, diana del bombardero hoci-

cudo que carga su panza para que al

pronto…). Ah, peripecia juguetona:

mecido al son de una balada verde,

devolviendo ruidillos rojos sobre

quietud celeste.      La vida en sus

hangares obra, programa los vuelos

albos, los brunos; pero ahora… Ahora

mecido y cantado, Óliver.    Activo el

íntimo coro. El sursum corda nos une:

                       nos-otros (compás) nos-uno.      

 

 

XIX

 

Atrapas el biberón, el muñeco. Ín-

timamente indistinto aún del resto

de los hechos, de la vecinería, más o

menos animada, que te bulle en

torno; aprietas las manitas y sin sa-

berlo proclamas: «yo-para mí-mío».       

«Tú-para ti-tuyo», consentimos.

Nosotros, vectores del tiempo, mo-

tas de sucia duración en tu blan-

quísima espaciosidad, cedemos

tetero y juguete a cambio de…    ―Son

tuyos, hijo. Retenlos. Imanta las

cosas, la imagen de las cosas que

enmarcarán tu yo.      Inevitable, ay,

como una pega travestida, artera,

te acecha del ser la intemerata.

   

 

XX

 

El mundo que te sonsaca y acota (un

damero, Óliver; un engendro más

de la conciencia que no puede do-

blegar al tiempo), para serse acaso

suscribió con Dios un paréntesis de

vida… ________________________

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____________________________...De

vida es la oferta, Óliver. Agótala.



8 comentarios:

  1. Muy bueno, disfrutar de tu poesía es ejercicio que hará mejor la semana

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    1. Gracias, Salva, muchas gracias, por leer y comentar. Un gran abrazo

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    2. Alegria de leer tus versos para Oliver, que ganas de conocerlo y achucharlo

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    3. Ah, anónimo amigo(a), muchas gracias. ¿Quién eres?... No importa. seas quien seas, te abrazo agradecido.

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  2. Me gustaría saber quién es el hombrecito del gallo y el sombrero... en sí es un poema.
    Sobre estos poemas para Oliver, me gustaría agradecer que no pierden a ninguno de los hombres que mencionas, ni al poeta, ni al hombre culto y sensible que ya conocemos, ganar al abuelo los engrandecen. Feliz abuelidad, Jorge (también a Marisela), ya se les quiere mucho. Una felicidad larga para Oliver, por tenerlos a ustedes.

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    1. Querida poeta, amiga, como siempre agradezco mucho tu lectura y comentario. Esta vez lo hago en nombre del niño que abraza la gallina, en el de Mari, y en el de Óliver. Afectos recíprocos. Ya lo sabes. Con besos.

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  3. Ando leve por las redes, cuando debiera estar presente siempre en espacios como éste.Que gusto leer al poeta y al abuelo; a ambos los aplaudo

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    1. Ah, querido Anónimo, muchas gracias por lectura y comentario. Te agradecería con más puntería si supiese quién eres. Pero da igual: bienvenido y gracias.

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