martes, 13 de julio de 2021

DONDE LA MENTIRA PARASIEMPRA LA DIGNIDAD HUYE. LA REVOLUCIÓN DE LA PINGA

 




                           De errores en errores resbalando. Lucrecio.

 

Doscientos años lleva Cuba traficando peligro. No toca hoy explicarlo a fondo, pero no puedo obviarlo en este nuevo trance. Son ya doscientos años de manipulación patética, de éxtasis nacionalista, de chovinismo barato. Con ese cargamento a cuestas, y una palabra omnipresente en pensamiento y discurso: pinga, los cubanos que quedan en la isla, y que ya no obran para los asesinos que desgobiernan aquel cortijo, han dicho «hasta aquí hemos llegado», o al menos eso parece. Se está cociendo allí lo que podríamos llamar la Revolución de la pinga, esto es: un movimiento social donde esas dos palabras: revolución y pinga, la una con pasaporte francoilustrado, la otra con pasaporte castrocubano (vaya pedigrí en ambos casos), parecen arrumbarse hacia…

Los hijos y nietos de quienes auparon y sostuvieron en el poder a los mayores asesinos del XX en Iberoamérica (esto puedo explicarlo con todo rigor si hiciese falta, donde hiciese falta, cuando hiciese falta) han sustraído su cuerpo a la base del ensangrentado castell. Si son capaces de sostener su desmarque, y no llegan otros a ocupar su lugar (se me ocurre pensar, por ejemplo, en los rusos, que ya cogieron la medida a los estadounidenses ―qué poco miden hoy día, qué pena― en Venezuela) podrían llegar a cambiar las cosas. No sin algún derramamiento de sangre, claro está. Estas deudas tan grandes jamás son blancas. No se pagan con cuatro gritos, por más que en ellos retumbe, ya saben, la palabra pinga.

Son muchos años, insisto. Son dos siglos de errores y errores y errores… Y estos muchachos que hoy dan la cara ante aquellos expertos en administrar mentira y muerte, no son más que los paganinis de la cuenta contraída por sus ancestros. (Sus ancestros, digo, con toda convicción, no sólo sus padres y abuelos). Ellos no lo saben, pero... Ya no viven en un país de arterias y venas mediterráneas con ilusiones anglosajonas. Ya no viven en un país con instituciones (privadas o públicas) que permitan suponer remodelaciones efectivas a corto plazo. Ahora viven en un país medio africano, cuyas principales potencias parecen consumarse en los culos reguetoneros y en las cabezas rodantes de los gallos que sanciona la santería. Aun así, aun cuando actúan sin un liderazgo claro, sin una perspectiva cierta, estos chicos han salido a la calle para exigir lo más perentorio: libertad. Libertad ¿para qué? Bueno, esto tampoco lo saben bien, pero ahora poco importa. Es tan necesario que caiga el terrible castell… que los que están en su cúspide se desternillen (y no precisamente de risa) contra el suelo…

No sé si tendrán éxito en este acto (cuánto lo deseo), o si no han hecho más que descorrer el telón para el éxodo de una tragedia que se prolongará todavía por mucho tiempo. No lo sé, porque donde la mentira parasiempra la dignidad huye. Y en Cuba la mentira es tan vieja como ubicua, tan poderosa como constante; es decir: la dignidad escasea. Sin embargo, lo que está pasando en estos días es absolutamente necesario para activar posibles y futuribles. El horizonte se vislumbra negro con pespuntes grises, sí, pero se encima vibrante. Ojalá el pliegue no demande demasiada sangre. Ojalá, Dios mío, que estos muchachos no tengan que pagar la enorme deuda que su país ha contraído (consigo mismo, con Iberoamérica, con el llamado Tercer Mundo) de la manera más penosa: muriendo a destiempo, mientras los últimos propietarios de la patente cubana escapan o mueren en la cama.

Les doy todo mi apoyo. Y asimismo les advierto a aquellos que pretendan algo más que quitarse de encima el actual régimen: tienen que desintoxicarse a fondo. No hay otra. No deben pretender que les regalen un país renovado para uso y disfrute sin esfuerzo. No deben pretender que les mantengan desde el extranjero. No deben pretender que les construyan instituciones, ciudades, cielos azules por el mero hecho de haber nacido cubanos. Deben apartarse (ay, qué difícil será, lo sé) del nacionalismo y el chovinismo crónicos que padecen. Si quieren recuperar un país mediterráneo, a por él. Si quieren un país anglosajón, a por él. Si quieren un país africano, a redondearlo. Pero tendrán que construir ese país, sea cual sea, a partir de vuestro propio esfuerzo. Y para hacerlo, os recomiendo huir de las palabras revolución y pinga. Después de rematar la Revolución de la pinga, si es que logran llevarla a cabo (ojalá), deben declararse contrarrevolucionarios per saecula saeculorum, deben despingar el discurso. Lo tienen difícil, es cierto, pero tal vez… quién sabe... si se lo proponen… Pidan perdón en nombre de sus mayores a Iberoamérica (yo lo hago con ustedes: ¡perdón, perdón!). Pidan perdón a todos los chinitos, negritos e inditos del mundo. Hagan una profunda cura de humildad. Pónganse a estudiar, a trabajar. Y cuando oigan hablar de comunismo, incluso de socialismo, pónganse tan en alerta como cuando oigan hablar de cubanía, si es que este término se presenta como contrario patético de cualquier otro. Qué difícil, ya lo sé, qué difícil… Y qué poco prometedores otros posibles caminos.



Amarga coda:

La forma en que está manejando todo esto la prensa internacional es vergonzosa. La forma en que están manejándolo algunas de las grandes instituciones internacionales (ONU, Unión Europea…), también. La reacción del gobierno estadounidense es penosa. La reacción del gobierno español es ladina, ruin y taimada. Los cubanos están solos. Lo están hace, al menos, treinta años.

Solos, chicos, estáis solos, por más que os llegue baba compasiva de cualquier distante instancia. Aprovechad toda brizna de complicidad y apoyo, pero sabed que estáis solos, y que así, solos, debéis jugar vuestra partida. Sea cual sea el país que tengáis en mente, id a por él. Y tratad de no morir en el intento. ¡Suerte! ¡Suerte! ¡Suerte!



4 comentarios:

  1. Fantástico Tama, ....terrible y fantástica tu reseña sobre esos días, si me lo permites, copio y pego esto, con tu nombre por supuesto, en el chats que comparto con algunos pocos amigos cubanos, le he hablado de Encomio de ...... al que entro menos de los que debería, pero no creo que ellos lo hayan hecho.....

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    1. Gracias, amigo. Claro, puedes compartirlo como quieras. Un gran abrazo

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  2. soy julio..... no sé porque pinga no aparece mi identificación en mis notas..... se lo preguntaré a mi hijo cuando regrese

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