Aunque no soy un lector propenso a las compilaciones antológicas (complicaciones, estuve tentado a escribir / río…), leí, cómo no, algunas de ellas. Y entre las varias leídas en los últimos veinte años, destacan tres antologías poéticas de primera línea: Las ínsulas extrañas (selección de Milán, Sánchez Robayna, Valente y Varela / Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores), Una gravedad alegre (selección de Armando Romero / Difácil), y País imaginario. Escrituras y transtextos. Poesía Latinoamericana 1980-1992 (selección de Medo, Arteca y Jiménez / Trifaldi / colección Ay del seis). La primera agrupa a cien poetas de habla hispana (España e Hispanoamérica) nacidos entre 1881 y 1957. La segunda agrupa a sesenta poetas hispanoamericanos (se colaron una italiana y un egipcio, pero con vida y obra en Venezuela y Méjico respectivamente) nacidos entre 1940 y 1977. La tercera agrupa a cuarenta poetas también hispanoamericanos (bueno, uno de ellos es estadunidense, pero… sin embargo…) nacidos entre 1980 y 1992. Las tres fueron editadas en España. Las dos últimas, por editoriales que conozco muy bien y Respeto con mayúscula, con las que he publicado algunos libros, y a cuyos editores (César Sanz / Difácil y Máximo Higuera / Trifaldi) agradezco un montón el esfuerzo realizado por dar a conocer aquí la poesía que se escribe allá.
Menciono a la vez estas tres antologías, por destacarlas
entre otras cuyo afán y sentido último se me escaparon, y por ello, claro, me
dejaron poca huella. También, porque juntas son una guía de no poca utilidad
para cualquier interesado en pizcar buena parte de lo mejor que se ha escrito
en castellano en los últimos ochenta años, sobre todo, en Hispanoamérica. Digo buena parte de y no lo mejor a secas, porque es imposible no preguntarse por algunas
omisiones pecaminosas. Pienso, por ejemplo, en Kozer, que sí o sí debió
aparecer en las dos primeras… Bien, mencionadas quedan las tres. Pero hoy
quiero hablaros de la última. Recién leída.
PAÍS IMAGINARIO. ESCRITURAS Y… ¡CHAPEAU!
Una vez perdonado su larguísimo título (a un libro como éste se le podrían perdonar ésa y muchas otras cosas) la lectura de esta antología es una absoluta gozada. Para mí ha sido, además, reveladora. En medio de la debacle decadente que nos afecta, los poetas, al menos la mayoría de los que escriben en castellano, y sobre todo los españoles, parecieran (parecieran, subrayo) des-apercibidos, extraviados en muerte universal, que diría Byron. Pero no. No estoy bien informado. Qué va. Puede que no esté lo suficientemente al tanto, ni siquiera de lo que se está haciendo ahora mismo en España, donde vivo hace treinta años. Ahora mismo, digo, por parte de los más jóvenes, claro, a quienes no leo cuanto debería. ¿Por qué? ¿Acaso porque publican a los peores, a los que pueden garantizar la venta de un mínimo de ejemplares gracias a los avales que ofrecen sus muchísimos seguidores en las redes sociales? ¿Acaso porque publican a quienes lamen el culo a los gerifaltes de la industria poética (industria, sí, qué pena), a quienes apuntalan con su falta de talento y su cómplice servilismo las manquedades de sus capitanes? No lo sé. A ver quién le pone el cascabel al gato. El caso es que lo que me llega es casi todo muy malo. Por eso, precisamente por eso la lectura de esta antología es un lenitivo. Gracias, Medo / Arteca / Jiménez / Layna / Higuera. ¡Chapeau!
Me interesa. Me gusta. Y me divierte. Eso, eso es lo que más agradezco: que me divierta. Desde la primera hasta la última página sostuve una sonrisa restauradora (unas veces limpia, otras, socarrona), con algunos pequeños paréntesis, también excusables, por supuesto, pues entre los poetas seleccionados los hay graves (campaneros de campanas mentales, digo con Santayana), marxistas y locuazmente andinos. Estos me divierten menos. Interrumpí la sonrisa, por ejemplo, cuando leí (Agustín Guambo): ¡!!!!!!!!Pachakamaq Ama yapa puñuychu Pachakamaq kanwankani Yanaypay!!! La interrumpí, porque no entendí lo que escribió. Y también lo hice cuando leí del mismo autor: …ese dios judío y afásico que nos obligaron a mendigar en nuestras casas. En este segundo caso dejé de sonreír por una breve intoxicación adjetival, que ojalá no padezcáis vosotros al tratar de digerir el par de adjetivos que acabo de endosarle al sustantivo intoxicación. …Decía que me divertí con la lectura de esta antología porque di con una calidad sostenida, por momentos muy alta, y porque hablamos de poetas con gran sentido del humor. Dios, qué alivio. El humor, qué emplasto tan sabroso. Qué poco presente en la poesía de nuestro tiempo.
Lenguaje. Imagen. (Imagen, ¿eh?, poética, de la buena-buena). Humor. Ironía. Poesía nueva, que ya es difícil. ¿Quién da más? ¿Y quién lo puede pedir? La antología reseñada evidencia que en Hispanoamérica la poesía está vivita y coleando. Con esto debería ser suficiente para convenceros de que la leáis, pero acabo de cerrarla y me he quedado con ganas de escribir. Así que…
En el libro hay algunas constantes (virtudes, vicios, o ambas cosas a la vez, no sé bien) que merecen mención. Muchos de los poetas andan inmersos en su propia arte poética, esto es, en la crítica poética dentro de la poesía, que apunta a un determinado posicionamiento estilístico. Y esto les infunde cierto talante “pedagógico”. “Pedagogía” que a veces cae al prosaísmo y casi siempre fustiga a la lírica. Se masca un interés meridiano por desmarcarse de ella. En este sentido, incluso se afean los supuestos remanentes líricos de la actual poesía española. Dice, por ejemplo, Luis Eduardo García: Si en España hay reservas protegidas [de lírica] ¿por qué no? Lo importante es reconocer que no es un dodo.
La mayoría de los poetas responde obedientemente al canon filosófico de la época, que por mucho agon que se tercie, por mucha diversidad que se pretenda, reposa (ah, postmodernidad gaseosa) en el sumo relativismo: escepticismo / hedonismo epicúreo o cirenaico / cinismo / nihilismo… Y esto implica la aparición de una poesía corrosiva cargada de un victimismo sentencioso, que duda, primero, de sí misma, y después de todo lo demás, empezando por lo Uno, la unidad… incluyendo la estructura, la organicidad, el meollo significante, el sentido que arma y sosiega, el equilibrio fuera del caos que lo contiene y esconde… Más que sustancia imantada, fragmentos subversivos. Más que cristal, éter. Entropía. Decadencia. Es curioso, porque amén el esfuerzo que en esta dirección hacen los autores, el volumen que los reúne anuncia un Todo burlón y vengador. A ver si terminará por valer aquí aquello que, con relación a Dios, dijo el maestro Eckhart: siempre está lo Uno en su unión escondida. Leed estos fragmentos:
Jeymer
Gamboa
Sólo hay que dejarse arrastrar por el delirio de las palabras: olvídate de su significado, olvídate si está bien o mal. Con que identifiquen tus huevadas de textos ya es suficiente.
Andrés Villalba
La facultad de reproducirse es
una prueba de que la naturaleza no es sabia.
Andrés Villalba
Un
poema será piraña o no será.
Tito
Manfred
Pero todo esto está transido de poesía. Eso es lo que importa. La poesía que se traviste de antipoesía, vale, pero que no acepta su rendición al margen de una dialéctica vivificante entre lo uno y lo otro. Mientras nos situemos en un escenario antipoético, y no en uno pospoético, la cosa va bien. Va bien, digo, si la imaginación sigue en pugna con la inteligencia y la imagen emerge de ello (como un soplo o un relámpago, da igual) para poner en duda cualquier razón que no sea poética, cualquier verdad que no sea poética. Esta antología está repleta de imagen de alta calidad, de gran vuelo poético. Las citas traídas aquí hasta ahora no reflejan esto, sino otras cosas, pero me daréis la razón cuando la leáis, si es que lo hacéis. Ojalá. En la obra de muchos de estos poetas luce una imagen y un lenguaje voltaicos, galvanizadores. Pongamos por ejemplo a Diana Garza Islas, Rodrigo Vera Cubas y Neronessa. Esta última inclinada a un barroquismo renovado y denso. Porque, ojo, no lo dije aún, pero nada de esto está (ni puede estar) completamente de espaldas a la tradición.
Por último quiero insistir una vez más en el manejo del humor y la ironía de que hacen gala casi todos estos jóvenes poetas, lo que indica que han alcanzado una madurez envidiable. Hasta en los casos en que parece imperar la mera ocurrencia, el humor y la ironía salen al quite con éxito. Porque no es lo mismo una ocurrencia sosa o pretendidamente grave, que una con chispa. No, claro que no. Igual pasa con la oscuridad. No es lo mismo sosa que salada. Estamos en la oscuridad acerca de la oscuridad (David Roden), pero… La noche no mata. Mata el hielo. (Unamuno). Sal y lepos, pedían los clásicos. Y acetum. La gracia, la agudeza, el ingenio… suelen acompañar al genio para sustentar, incluso, sus aparentes devaneos. En esta antología hay autores que emulan en esto a los grandes maestros de la lengua (pienso en Teresa, en Quevedo, en Góngora, en Lope, en Gracián). Es el caso, por ejemplo, de Ezequiel Zaidenwerg, Andrés Villalba, Tito Manfred, Diego L. García… Miren cómo se burla este último de sí mismo y de los malos poetas:
…use mi texto como prólogo o reseña de su libro, dice, más o menos,
si es que usted cree a) que sus anécdotas son buenas b) que un mal relato en verso va bien como poema c) que el fin de todo esto es participar
Reíd. Reíd conmigo. Y leed este libro, por favor. Jóvenes
poetas españoles, para vosotros es una necesidad, una sugerencia de obligado
cumplimiento. Casi. La poesía no es sólo eso que leéis en los poetas que mandan
ahora en las editoriales de moda, en los jurados de los concursos, en las
instituciones de la lengua. Es también, y acaso sobre todo, otra cosa. Los
poetas reunidos en esta antología lo saben. Por más que corcoveen, saben (o
intuyen) que no pueden eludir la tradición para levantar su nueva casa, aunque de
boquilla pretendan identificarla con una choza. Y saben (o intuyen, o adivinan)
que esto pasa por el dieciséis y el diecisiete españoles. Por eso, más o menos
conscientemente, dicen sí a todos aquellos precursores. Dicen sí, además, a Baldomero
Fernández / Huidobro / Vallejo / Parra / Rojas / Kozer entre otros. Incluso a Lezama
dicen sí medio mareados. Y si muy obligados se ven, negocian de lejos con
Borges, y hasta con Paz. Nunca con Neruda. (Lo acabo de comprobar). Con Neruda,
jamás de los jamases. Ah.
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Ah, ah, qué ganas de leerla...
ResponderEliminarGracias, amigo, por tanta lucidez, por librar a la poesía de llevar toda esa carga retórica e inútil que está ahora de moda.
SDC
Gracias a ti, poeta grande. Abrazos.
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