Queridos amigos, lectores, como cada fin de año debo
“recluirme” para la poesía. Cerraré este espacio hasta enero, y dedicaré todo
el tiempo que pueda acopiar a tal fin. En esta última “entrada” de 2013, a modo de jocunda celebración,
comento una reciente lectura de poemas que hice en el restaurante vallisoletano
“Las viandas con letras entran”, en lo adelante “Las viandas”. Hace unos días
me llamó Charo Vergaz para invitarme
a inaugurar poéticamente el espacio que este restaurante pretende abrir a la
creación literaria. Aunque no sé negarme a Charo,
que es una gran activista de la cultura y una amiga queridísima, confieso que en
un inicio dudé sobre la capacidad de un restaurante para ofrecer un ámbito adecuado a
la poesía. Así se lo dije a Charo,
que me respondió con rotundidad: “No te
preocupes, Jorge, las condiciones
son óptimas para hacerlo”. Bien, confiando en mi amiga, asistí… Y me sentí
muy bien haciéndolo. Kiko de la Rosa y su equipo mostraron una complicidad
exquisita, lo organizaron todo muy bien, propiciaron las condiciones perfectas
para un acto como éste. ¿Por qué? Pues porque:
- el maridaje con el vino y el jamón no interrumpió en ningún momento la lectura de poesía, que tuvo una pausa para propiciar que el público pudiera reponer sus consumiciones sin que ambas actividades se entorpecieran. El silencio y la atención fueron superiores a los que he observado en muchos otros ámbitos teóricamente mejor preparados para este tipo de acto.
- el vino y el jamón, por cierto, eran de primera calidad.
- el público convocado y reunido mostró educación y complicidad. Se mantuvo en silencio, escuchó, disfrutó y me hizo disfrutar con todo ello. El público había asistido a escuchar poesía.
- el salón estaba bien ambientado. Se permitió al público “desordenar” las sillas y dirigirlas convenientemente para que se pudiera volcar con el poeta, y así generar un espacio informal muy bien tensionado.
Si “Las viandas” continua observando estas prácticas, habrá
nacido en Valladolid un nuevo marco para el disfrute y la difusión de la
literatura. En tales condiciones de cómplice respeto, estoy seguro de que
muchos autores estarán dispuestos a apoyar a Kiko en una aventura novedosa y
excitante. El arte en general, y la poesía en particular, pueden maridar con actividades de diverso tipo siempre que se observen premisas adecuadas para ello.
Por esta razón me atrevo a dar un cariñoso
consejo a “Las viandas”: Aunque puedan encontrar autores dispuestos a leer su
obra en condiciones menos óptimas, no permitan que suceda. La falta de exigencia de un
autor en este sentido no es una ventaja, sino todo lo contrario; perjudicará al
evento, al autor, a la literatura, al público y al restaurante. Les deseo toda
la suerte que merecen, y les reitero que pueden contar con mi apoyo para esta
nueva empresa.
Me despido hasta enero deseándoles a todos un buen fin de
año, y les dejo aquí uno de los poemas que leí el viernes pasado en “Las
viandas”.
Comezón y puntería
Ciego que apuntas y atinas.
Góngora
Poema, hazte sobre tu nombre comezón y puntería.
No te resuelvas vanamente ahora. Apunta.
Obvia esta caterva de inútiles certezas,
que como pisoteado confeti de los dioses,
apenas disimula con desvaídos tonos
la abúlica resaca que la luz provoca
en el cansado suelo de la feria. Apunta.
Acierta en la sombra que ronda sobre los cuerpos ebrios.
Apunta con tu ojo mate. Dispárale tu flecha negra…
Cuando hayas liberado la cuerda;
cuando hayas impactado una vez más en la sombra de la nada
y parezca algo lo que tu nombre ciña,
no me hagas creer que te poseo. Ladea, fuga, escóndete,
recarga y apunta de nuevo… Ah,
no quiero las coordenadas de la gruta
donde en potencia medras.
Mantén tu oscura hegemonía
en mis manidas ganas.
No te resuelvas.
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