Hace unos meses escribí un poema
para celebrar el setenta y cinco cumpleaños de mi amigo, el gran poeta José
Kozer. A esta celebración se sumó rápidamente el diseñador, editor y
también amigo Francisco dos Santos. Francisco creó unos dibujos alrededor de mi
poema, y con ellos diseñó una exquisita plaquette que pronto será editada en
papel por Lumme Editor.
Porque sé que esta alegría que
nos regalamos el homenajeado, Francisco y yo será compartida por otros buenos
amigos que me leen en este formato; porque quiero que disfruten desde ya el
trabajo de diseño que triangula mi gesto laudatorio; pero, sobre todo, porque
espero que el poema y los comentarios sobre las obras de José y Francisco
ayuden a resaltar ante un público afín y entendido su enorme valor, me atrevo a
publicarlos aquí con antelación a su salida en papel bajo el cuidado de Lumme.
Me atrevo, además, a compartir algunas apreciaciones no escritas en origen para
ser publicadas. Tengo el permiso de poeta y editor.
Parlante ojiva
Para
José Kozer,
celebrando
su setenta y cinco aniversario
El castellano, ahorcajado sobre sus orillas,
(muslamen atlántico, pubis mediterráneo,
huevada rodia y nalgas asirias)
escucha una rara canción sefardí, caderea.
Mulato. Romance y semita. Se mece.
Se abunda. Suda… Lava
su entrepierna con la suprema ola;
la del salitre onfálico,
cuya memoria, unánime, le trae
la sustancia-una con muy diferentes formas:
del norte, el mendrugo de centeno,
del este, el idolillo de jaspe,
del oeste, la balsa de totora,
del sur, el cuero cabrío, terso
y afinado, perfecto colmo
en el sobado yembe.
Todo quiere.
Se incorpora.
Y en un arranque de inclusiva derechura,
arquea sobre sus impostas.
No en curva suave y unívoca. No
en medio punto académico. Ojiva:
vertical intersección de impulsos
en el arco. En la bala,
tendido apetito, impacto seguro,
fértil huraco en esa cinta de tul
que tibiamente remeda
al horizonte.
Comentarios hechos a los
dibujos de Francisco:
Querido, amigo, créeme, me
sorprendes mucho. Primero, por la rapidez. Segundo, por la gran capacidad que
tienes para la abstracción, para introducir en ella altas dosis de poesía. Toda
abstracción es un acto de deslinde, una suerte de viaje a la esencia de la cosa
que se quiere conocer a fondo, no en su expresión fenoménica, sino en su
esencia última y genitora: desencadenante. Lo que has diseñado para el poema
es, sencillamente, muy bueno. Fíjate que en primer lugar no digo muy bonito
(aunque también lo es) sino muy bueno.
“Parlante ojiva” es un poema que
maneja el tiempo (todo poema lo hace) pautándolo, modulándolo con un tempo
muy específico, que acepta la música rápida y vivaz (compleja, por qué no
decirlo) presente en la poesía del homenajeado. También atraviesa un tiempo
prehistórico e histórico (por tierra, mar o aire) perteneciente a muy distintas
culturas, haciendo pequeños guiños a las diversas fuentes que surten lo
kozeriano. Pero este poema pretende ser, además, muy espacial. La poesía de JK es
esencialmente ecuménica. Todo eso de su supuesta cubanía es para mí secundario,
casi inoportuno. Se trata de un poeta universal que trabaja con un tiempo
vastísimo en un espacio inabarcable con herramientas comunes. Pues bien, desde
un inicio, el poema va tratando de determinar ese espacio en sus dimensiones
físicas y metafísicas, discursivas y simbólicas: Atlántico, Mediterráneo,
Asiria, Sefarad… Norte, este (oriente), oeste (occidente), sur… Ola
(horizontal), derechura (vertical) ónfalo (centro), arco, imposta,
intersección, ojiva, horizonte… Todos son elementos determinantes del espacio.
Porque la poesía de JK se mueve
en un ámbito espaciotemporal muy avaro. Aquí se puede repetir bien aquello que
dijo Sartre en un arranque de lucidez: “un escritor sólo tiene un tema: el
mundo”, para después parafrasearlo así: un poeta sólo tiene un tema: el
universo. Porque el mundo, según Ortega, “es lo que queda del universo cuando
le hemos extirpado todo lo fundamental”, y en la poesía de JK nada se extirpa,
todo lo contrario.
Digo esto, para terminar diciendo
que tu diseño es tremendamente espacial. Y en esto es acertadísimo. Una sabia
abstracción de motivos que tejen una red espaciotemporal para pautar el caos,
abarcador y totalitario, ecuménico y avaro. Pero como hiciera Calder, (estos
dibujos recuerdan a sus esculturas) en esa red nada es inamovible, porque la
perfecta síntesis entre espacio (tesis) y tiempo (antítesis) es precisamente el
movimiento.
Entonces tus dibujos asumen toda
la diversidad que yo pretendí recoger en el poema, y la decantan en una forma
que, inteligentemente abstracta, nos pone ante su esencia sin restar un ápice
a su lógica última: Todo orden es un intento de formalizar el caos,
sometiéndolo a una horma espaciotemporal que fija ante nosotros siempre de
manera provisional, porque siempre, siempre se mueve.
Tus dibujos son perfectos,
precisos y preciosos: muy kozerianos.
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