REGRESO A TOKIO
En una esquina del cuadrilátero el
adoquín pajarea. Todo tan tasado
y a la vez tan… La mañana, ceremo-
niosa, con su kimono, su moño y su
muaré de luces, niega la juventud
matemática (aquélla: número sin
nombre) que la mente opone a la
desmemoria: «Desiste.
Desiste. Por
ahí no sales».
Soplo...
Dios
promulga la puebla del hormiguero
con delicadeza nipona. El pan euca-
rístico (pan y Pan) cede al bosqueci-
llo de bambú, cuanto la lengua (casa /
plaza / raza) cede al misterio que la
emboza. Tren y samurái.
Y
té.
Junio.
Hijo. Pío
del pájaro liberado ante el arroz que
lo tienta y lo mide. Tokio.
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